La textura de tu piel

 

 

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    Inicio mi caminar y la mañana me obsequia con un cielo azul decorado por cansinas nubes blancas, semejantes a pequeños copos de algodón. Un sinfín de matices me rodean,  y paseo mi mirada con curiosidad a la búsqueda de la luz. El nuevo día nunca me decepcionó. Inunda mis ojos de color y me conmina a entornarlos. En mi interior, trato de guardar cada una de las sensaciones que me cautivan y allá, en el infinito, percibo la esencia de lo sublime que me acecha con benevolencia. Retengo la imagen. Abro los ojos y… el milagro se produjo. Allí donde el matiz pugnaba por encontrar su identidad, lo descubro ahora rodeado de un sinfín de puntos luminosos que enriquecen mis sentidos y confluyen milagrosamente en un saturado espacio común. Cierro los ojos. Pero, aun no me encuentro satisfecho. Un pequeño desajuste y mi mente se sorprende de que tal hecho se produzca. Apoyo mi mano en el tronco del olivo centenario que me cobija y, de inmediato, mi mano, mudo testigo de mis encuentros contigo, acaricia su tronco sensualmente tratando de saber del poder que le da identidad y memorizar su estructura para ser usada en un momento dado. Es en ese momento cuando percibo la acuciante necesidad de recorrer calmadamente sus ramas; sus hojas; el fruto que, día a día, crecerá con fuerza hasta eclosionar en un dulce suspiro y embelesar mi paladar con su néctar. Pero necesito saber más de mi encuentro para con aquello que me rodea y, esta vez, mis dos manos, ávidas de deseo por retener hasta el último detalle, recorre con premura todo lo susceptible de ser recordado para, finalmente, dejarme llevar por el benevolente arrullo del agua. Así, milagrosamente, el acto se consume y mi mente lo guarda para sí: transmitirá a través del pincel y el lienzo su secreto, para el gozo y disfrute de los sentidos. Hoy, se algo más de ti. Un día más, disfrutaré de la textura de tu piel y mi impresión te la ofrezco en agradecimiento por tu generosidad para conmigo. Luz, color, textura: una vez más, gracias vida.

 

 

Tu luz, tu color…….

Paseo mi mirada ávida de encuentros con tu luz y nunca me decepcionas. Unas veces, los rayos luminosos inciden tímidamente entre los cañaverales y me detengo plácidamente intentando acariciar con  mi retina, cada segundo del avance temporal en que se convierte el evento. Otras, una leve brisa avanza desde levante rio arriba y mi piel, adquiere ese despliegue arbolado en que se convierte mi cuerpo cuando, inesperadamente, recibe una caricia y deseo que permanezca eternamente pegada a mí. Hoy, no tengo prisa; nunca tengo prisa cuando me paseo por tus estancias a la espera de que tu luz, una vez más, desvele ante mis ojos un ápice de tu grandeza.  Súbitamente, me siento incapaz de describir con palabras aquello que me ofreces: sentado entre los pliegues de tu piel, dibujo con mis manos sobre el viento  la imagen perecedera que mis ojos desvelan y  deseo inmortalizarla. Calmadamente, me arrullo entre tus brazos; cierro los ojos y mi espíritu se eleva en el firmamento porque deseo encontrar el calor de tu aliento instalado en mis entrañas. Así, un remanso de paz invade mi cuerpo  y mi mente se inunda de color con el febril deseo de hacerte mía por  siempre.IMG_1593

«Amar,creer,crear: la pasión por ser» 100 grados Fancine

cada maestrillo barrachina sanchis

Published on febrero 18th, 2014 | by 100grados

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“Amar, creer, crear: la pasión por ser” de Barrachina Sanchis

numero 6 barrachina sanchisEl blanco del papel encandila cada rincón de mi mente y protagoniza la escena. Paseo mi mirada por el espacio vacío, intentando visualizar la imagen que en breve, es mi deseo, tome cuerpo y sea protagonista de una más de las historias que, a diario, gravitan por mi mente. Pero nunca es una más. Cada una de ellas es una secuencia de aquello que me rodea, y que deseo que penetre en lo más profundo de mi ser y me acompañe por toda la eternidad. Una imagen más, pero única e imperecedera, del libro que ilustra mi vida.

“Intenta visualizar cada rincón de la estancia a la que te enfrentas, con respeto: infinito respeto. Nunca caigas en el desánimo. Deja los miedos al fracaso en el lugar que le corresponde: lejos de tu mente, tu cuerpo; en la nada; allí las ánimas gimen eternamente por aquello que nunca pudo ocurrir. Inicia la simbiosis entre mente, mano, materia y soporte. Acaricia con tus manos el blanco inmaculado, como si fuera la llave que te abrirá la puerta del refugio en que tu huella quedará grabada para siempre y formará parte de lo eterno. Desplaza con suavidad el lápiz sobre el papel y distribuye las formas sobre el espacio cerrado en forma de cajas geométricas que, al abrirlas, convertirán la esencia de lo simple en el deseo que satisfaga tu ego: nunca dejes de pregonarlo. El hecho quedará grabado a fuego sobre su piel inmaculada. Acaricia cada una de esas formas con infinito cariño y ofrece a cada línea que lo bordea, la autonomía necesaria para que esparza su simiente sobre el lugar que circunda y le dé el valor necesario que le ayude a ser un ente más, que reconforte tu espíritu creador. Sin prisa pero sin pausa, observa como la imagen instalada en tu mente se transforma, como por arte de magia, en aquello que tu deseas transmitir y, aquello que en principio parecía imposible, adquiere la dimensión necesaria que la convierte en el objeto de tu deseo: parte de ti; esencia de tu espíritu.Para finalizar nunca te olvides, querido-a y dilecto-a alumno-a, y desde el primer momento, del ingrediente fundamental que te llevará a la consecución de la obra ansiada: la pasión. Esta encenderá la llama que te eleve a lo sublime y te ayudará a encontrarte más cerca de Él y… a ti mismo. El acto de crear se dio: compártelo.”

A mis alumnos-as de 2º de Bachillerato Artístico del IES Camp de Turia, curso 2013-2014.

José Vicente Barrachina Sanchis – EL COLOR DE LA LUZ

Texto colaboración para el lanzamiento del número 6 de 100grados: “Cada maestrillo tiene su librillo”. Si quieres ver más artículos visita su facebook.

 

Color y vida

Color y vida

Intento desvelar el misterio. Pocas veces siento al contemplar una de mis obras la inquietud, la desconfianza, el desasosiego  que estos días siento. Trato de cerrar el episodio. Intento adivinar cada uno de los secretos que envuelven el mensaje pero, cada vez que me siento a visualizarla me estrello contra un muro invisible que me impide penetrar en el interior del lienzo. Ramaje, hojas, piedras, hierbas, agua, luz…. Cada uno de los detalles que la conforman, parecen adquirir vida propia y ejercen su tiranía visual particular y me zarandean cual monigote inerte. Con sus destellos, luchan con escarnio entre ellos para atraer  mi mirada y ser merecedores de mi aprobación. En vano pretenden ignorar que  debo contemplarlos en su conjunto; ignoran que la obra de arte es un espacio cuajado de signos, símbolos, colores con sus correspondientes matices…; es un todo universal y como tal debe ser admirado. Así, cuando me encuentro cerca de él, no existe para mí un momento de respiro e insistentemente me castiga hasta que mis ojos, cansados de contemplar su estado, se retiran enrojecidos por el esfuerzo y mi mente deambula enloquecida entre infinidad de recuerdos.

Un nuevo día. Mis manos trabajan sin descanso y los pinceles son la prolongación de mis manos. Surgen los matices como manantial de agua cristalina del interior de mi alma y manos, mente y alma, se funden en una simbiosis excelsa. La obra, muy poco a poco, deja de lado su tiranía y se me ofrece como sacrificio a mi tenacidad y perseverancia. Me siento frente a él ya más relajado y me embeleso en su contemplación: la composición es sublime y me recreo en los espacios que miméticamente, ahora sí, delimitan sus infinitos átomos y mi mirada devora sin descanso cada uno  de los recovecos que conforman el lienzo hecho paisaje. Pero, algo ocurre. Deambulo con la mirada; me hundo en cada rincón del lienzo con el deseo de comprender la sutileza de los matices que la componen hasta que incapaz, desisto.

Viajo atrás en el tiempo cuando mi mente visualizaba cada uno de los aspectos pictóricos que deseaba plasmar y mis manos, eran incapaces de transmitir al soporte la energía necesaria para que tal hecho llegara a producirse; frustración seria la palabra que definiría con crudeza cada uno de los intentos en que mis manos y mente intentaban transmitir mis percepciones sensoriales al blanco del lienzo. Arboles sin vida; espacios verdes, azules, marrones, ocres….; aguas sin la suficiente energía y transparencia que te invitara a sumergirte en ella…..; cielos excelsos sin la profundidad y riqueza cromática necesaria que nos invitaran a perdernos en el infinito. Día tras día una idea quedó grabada en mi mente y a lo largo de los años, cumpliría sin proponérmelo: pintaría la naturaleza; sería un pintor de la naturaleza

“El arte consiste ante todo, en tomar a la naturaleza como modelo, eligiendo sus más delicados aspectos…” (Ingres).

Consciente o inconscientemente, estas palabras,  quedaron grabadas en mi mente y mi visión de todo aquello que me rodeaba cambió radicalmente. Deambulé por los recovecos de mi entorno y mis ojos visualizaron cada uno de los matices partícipes en mi existencia y quedaron almacenados en mi memoria, como el bien más preciado: ahora lo sé. ¿Cómo fui tan ciego y estúpido de no indagar en esa memoria visual que desde que tengo uso de razón me acompañó, cuando mi vida desde la más tierna infancia ya disfrutaba de ella? Todo ese mundo, que por fin se abría ante mis ojos, tuvo su razón de ser muchos años atrás cuando, furtiva e inocentemente, recorría cañadas y veredas. Recuerdo que me extasiaba contemplando los infinitos matices cromáticos que me rodeaban, pero era incapaz de transmitir con sutileza esas emociones. Mi agudeza visual, al contemplar todo lo que me rodeaba, estalló cual castillo de fuegos artificiales en mi memoria: definitivamente reapareció como por arte de magia; …” sentí que se emancipaba mi conciencia a partir del día en que se emanciparon mis ojos “.. (C. Pisarro). … Allí, almacenados, perduraron a sabiendas que un día serian vitales para mi desarrollo pictórico y emocional.

….”buscar la poesía exclusivista en la concepción de un cuadro, es el medio más seguro para no hallarla; debe venir sin que el artista lo sepa.” (Baudelaire).

Un día más me encuentro sentado frente a él. Mi razón me pide que lo instale cara a la pared. El descaro con que se exhibe ante mis ojos hace mella en mi ego y me siento incapaz de razonar, pero no; algo me dice que el misterio está a punto de ser desvelado y debo analizar minuciosamente cada uno de sus detalles, con la certeza de que es un todo y como tal debe ser contemplado. …“ He vuelto a empezar algunas cosas casi imposibles de hacer; agua con hierba que hondea en el fondo…Es admirable cuando se ve, pero, cuando se quiere representar, es como para volverse loco…” (Monet)…De súbito, me envuelve la maravillosa frescura de sus aguas; buceo entre hierbas y ramajes hinchados por la humedad y tanteo entre las numerosas piedras instaladas en su suelo, intentando acariciar cada uno de los detalles que enriquece ese mundo sumergido donde la vida está presente en cada rincón de la estancia. Necesitaría toda una eternidad para recorrerla y admirarla en todo su esplendor. Al instante, sobrevuelo el recorrido que el arroyo me marca y la luz, que muy poco a poco desaparece en el fondo del paisaje, conforma un elemento mágico y sereno y los matices cromáticos me cautivan y así, de improviso, mi memoria visual hace su aparición acompañada de los distintos olores que cautivado percibía en mi niñez y me doy cuenta por fin, que esas sensaciones ya eran mías y mis ojos se llenan de lágrimas de felicidad y ahora por fin, despiertan de su letargo y se ofrecen a mis sentidos como símbolo de libertad y sumisión y me susurran que ya siempre estarán presentes en mi vida, porque entre sus ramas refugié mi cuerpo de niño inocente; sus aguas mantuvieron limpia mi mente de influencias extrañas; su luz iluminó cada instante de mi vida entre sus estancias y así, definitivamente, la vida se hace presente en mi vida y soy partícipe de sus secretos. Por fin me veo capaz de transmitir con el color la belleza de esas emociones. Hoy te veo vida; hoy te comprendo vida; hoy por fin me veo capaz de mostrar tu luz a los demás. ¿Es este el camino? ¿Es esto el arte?; tú por ti misma vida eres una obra de arte y yo, humildemente vida, creo que he sido capaz de transmitir algo de tu infinita sabiduría. Ahora sí vida.