Alcanzaron una nube las notas de mi canción. Satisfecho me encontraba. Mientras, oía vibrar cada uno de los destellos de luz que, al paso del sol por las nubes, reverberaban en la inmensidad del espacio circundante. Allí, a su alrededor, se congregaron todas las almas que antaño conocí y disertaron sobre lo oportuno del momento en que sonaba. Me irrité; porque tal hecho, desvirtuaba cada uno de los pensamientos que circularon por mi mente en el momento que la compuse. Necio de mí: no supe comprender lo que ocurría hasta que, horas después, descendieron las notas hasta mi rostro, en forma de lluvia negra e inmisericorde.
Categoría: Narrativa
¡¡¡Viva el vino!!!
“Es el momento” me dije. Minutos antes, esperaba que la luz de la farola dejara de iluminar la calle. Sucia, entre los rincones de la condescendencia y, con el paso de las horas, parece muerta. Es como la suave e inocente brisa que arrastra la pestilencia de los hombres sin corazón, hacia los estadios aledaños, y que penetran profundamente en mis sentidos formando costras que se acumulan año tras año, y arrastran la huella que el paso del tiempo dejó en sus cavidades. Cruzo la calle, sucio por el orín de los miedos instalados entre las entrañas de los seres como yo, que reivindican un espacio donde yacer en un pequeño rincón en que depositar los sueños rotos por el desencanto, gracias a las vergonzosas mentiras que contaminan nuestras ilusiones por el afán de poder de unos pocos. Allí están. Instalados en sus tronos de marfil y acompañados por los leones que, hora tras hora, día tras día, jalean su llegada por su boca putrefacta, la que antaño se mantuvo callada: o no? Un coche deja parte de su caucho en el asfalto. Me golpea con fuerza y quedo tendido en medio de la calle. Me levanto; pero coño: soy yo y ese de ahí tendido también soy yo. Escucho una voz seseante: “Joder Fermín: le diste un golpe meridianamente seco y así quedó el desgraciado. Avisa enseguida al servicio de basuras y que lo retiren inmediatamente de aquí: estéticamente me horroriza. Por cierto, que casualidad: a ese le faltan los testículos; recuérdame que se los corten al otro.¡¡¡ Ay Fermín: que bien se queda uno cuando hace las cosas bien!!! ¡¡¡Viva el vino!!!”
En fin: así son las cosas. Lo que más me jode es que ni tan siquiera pude decir: ¡¡¡Viva yo!!!
El Sol y la Luna
Anclada en una noche de verano, la luna contempló el cielo infinito y trató de comprender el porqué de su desencuentro con el Sol. Rememoró la única vez que se acercó calladamente hasta él y depositando un cariñoso beso en su mejilla, le comentó que deseaba demostrarle lo muy feliz que la hacía el hecho de verse iluminada por él. “Me gustó tu beso amiga Luna; pero cuídate cuando te acerques silenciosamente a mí. Al igual que ilumino tu rostro en una cálida noche de estío, puedo abrasar tu semblante y convertir tu pálida y deliciosa mirada en un volcán incandescente donde las almas que elogiaron tu luz, sufrirán eternamente la imprudencia de un deseo satisfecho”.