No puedo escuchar el canto
que arrulla mi débil ser
porque solo oigo el llanto
de mi frágil vida al nacer.
No puedo sentarme a contemplar
aquello que la fe me ofrece
cuando una lágrima fenece
por la tristeza al mirar.
No puedo gozar del líquido
que la acuciante sed me pide
cuando mi estómago despide
la sal y perezco transido.
No puedo comer alimento
y cual animal herido
me estremezco si lo intento
perdido en el cometido.
No puedo besar la tierra
que áspera y hostil me espera
ni gozar la primavera
que sin conocerme me destierra.
No puedo arrancar de mi piel
las heridas vergonzantes
amargas como la hiel
en mi vida circundantes.
Si puedo decirte a ti
que desprecias mi raigambre
que te inunda la sangre
que circula dentro de mí.