Volutas de piel en el aire? Es posible. Solo tengo que mirarte para que mi cuerpo quede reducido a cenizas en tu presencia y mi deseo, se convierta en la llama que pugna por penetrar en tus entrañas y hacer que sufras el dolor eterno de lo banal. Banal, sí. Que no me crees? Acerca tu nariz a mi sexo y huele la distancia que existe entre tu deseo y el mío. No notas nada? Por qué no lo introduces en tu sexo y alivias un poco la ansiedad que me atenaza? El calor que me domina es asfixiante y el amago de reflexión en que te sumerges es desesperante. ¡¡¡Joder: podrías disimular un poco!!! Comprendes ahora lo de la banalidad? Al menos dejaras de exhibirte ante mí con tan descarada y falsa impudicia. En fin; un día más me consolaré en soledad y otra vez más, el ave Fénix resurgirá de sus cenizas hasta que, de nuevo, acuda a tu llamada. Pero te lo advierto: cualquier día lo desearas, y no lo vas a encontrar; palabra.