Mis deseos son como tus ojos: lánguidamente desnudan mi cuerpo y los vapores de tu aliento humedecen mis sentidos y la lujuria, me desborda. ¿Qué hacer? Me agazapo entre las sombras y mis ojos acceden más fácilmente a tu desnudez. Así, al abrigo de los desbocados latidos de tu corazón, poso mis manos, mi boca, mi sexo en lo más profundo de tu ser.