Volar, volar, volar…
sinónimo de libertad. Llegar hasta los confines de mi universo y establecer la luz que me indique cada uno de los secretos que aún permanecen en el fondo de mi alma.
Pero no debo, no puedo; aún no. Sería como esclavizar cada uno de mis deseos y que nunca, jamás, esa luz que tanto ansío, corroborara mis temores y estableciera el fin de aquello que todo ser humano necesita: dignidad.
La tarea es ardua. Pero el colofón a tanto sufrimiento, un día, debe darse.
Creo en el ser humano. Creo en la voluntad de que todo hombre o mujer bien nacido-a, un día dirá “BASTA”, con letras grabadas en acero, forjado por la voluntad sincera del que se siente injustamente vejado.
Son tiempos convulsos. Son tiempos de cambio. Son tiempos de dolor, acuciado por la voluntad de los malditos de corazón que establecen las reglas de un mundo cruel y miserable, tal como ellos se manifiestan. Pero también son tiempos de esperanza.
Volar, volar, volar…pero cerca de ti que sufres el castigo injusto del abandono.
Ahí, a tu lado, me encontrarás; y el color de la luz, que durante tantos años me acompañó en mi deambular por el mundo, es mi deseo, que ilumine tu caminar y llene de felicidad cada uno de tus pasos.
Para ti, mis mejores deseos de paz y justicia en este año recién estrenado.
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