Volar, volar, volar…
sinónimo de libertad. Llegar hasta los confines de mi universo y establecer la luz que me indique cada uno de los secretos que aún permanecen en el fondo de mi alma.
Pero no debo, no puedo; aún no. Sería como esclavizar cada uno de mis deseos y que nunca, jamás, esa luz que tanto ansío, corroborara mis temores y estableciera el fin de aquello que todo ser humano necesita: dignidad.
La tarea es ardua. Pero el colofón a tanto sufrimiento, un día, debe darse.
Creo en el ser humano. Creo en la voluntad de que todo hombre o mujer bien nacido-a, un día dirá “BASTA”, con letras grabadas en acero, forjado por la voluntad sincera del que se siente injustamente vejado.
Son tiempos convulsos…
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