Una palabra
…. o un susurro que llega a mis oídos; no lo sé. Qué más da?. Cualquier sonido que altere mis sentidos me induce a pensar que yo estoy allí porque tú te encuentras cerca; deseas observar como mi corazón se altera y bate con más fuerza si cabe, saltando alternativamente tu mirada de mi pene a mi pecho. Pero qué?. Tu apetito no tiene límites. Te dedicas a observar cada uno de mis movimientos mientras evolucionamos en cualquier rincón de la cama, sin interrumpir las mil y una caricias que pausadamente con él comparto y de improviso, te instalas entre los dos y deseas que nuestras manos cubran tu cuerpo de caricias; que llenemos tus oídos de susurros seductores; que inundemos las estancias ocultas de tu cuerpo con los jugos de nuestro deseo pero…. ¡¡¡joder!!!: sería mucho pedir que alguna vez, aquello que acaricias reverencialmente con tus manos o introduces golosamente en tu boca, dejara de ser igual al mío?
Creo que en el fondo, es todo práctica, pero no estamos hechos para compartir. No lo se. Pero herido a veces te ves.