No puedo olvidar el instante
en que me dijiste: mi paz te doy.
Inundaste de gozo mi alma
y así pude acercarme a ti.
Seguí tu andar por el mundo
y de tus manos, tu sangre bebí.
¿Porque me dejaste
perdido en mi sombra
sin probar el pan,
que en tu cuerpo yo vi.
Siempre a su lado estuvo y nunca se atrevió a decirle que le amaba?
Si fuere así, que triste amor perdido.