Mantengo la luz a distancia lejos del calor de tu voz.
Dormido, preso de mi ignorancia,
busco la palabra escrita
anclada en la imagen de tu presencia,
y así poder amortiguar el dolor, de mis deseos,
al cortar de raíz el mañana y no seguir anclado,
cual nave, en el destierro.
Cédeme la hoz que, cautiva entre las sombras,
espera mi regreso,
y podré transgredir aquello que me ahoga:
el vacío creciente entre tu luz y mi sol.