Y llegó el día en que
se supo la verdad.
Su pecado,
escondido allí:
en un rincón de su alma.
El que quiso ser,
lamió las vergüenzas del poderoso
e hincó la rodilla
a sus pies.
Tratando con disimulo la lucha,
esperó el momento en que, aquél,
el que siempre le protegió,
agradecería su osadía
y le haría partícipe
de su buenaventura.
Pero, contempló, con estupor,
como la sangre
que corría por sus venas,
era negra;
y en su corazón,
cobijo de su impostura,
reinaba la oscuridad
por las fechorías acumuladas.
Con satisfacción,
ocupó su lugar en el mundo
entre los despojos de los miserables.
Cuentan que,
allí quedó atrapado y, en su faz,
se vislumbra el máximo deseo
de sus vivencias:
es el lugar,
que siempre deseó para sí.
Un comentario sobre “Allí lo veras si tu deseo es encontrarlo.”