Mi andar me delata. Deambulo día tras día en la consecución de mis sueños, porque nunca me rendí.
Pensé en conjugar la pureza de mis deseos con la esencia de mis fracasos, pero no vi la diferencia.
En principio, la ilusión me llevó viajando entre las nubes hasta que el viento, alteró mis planes y me abofeteó inmisericorde: caí cual Ícaro manchado de cal y arena. Pero lavé y curé mis heridas
Poco más tarde, de nuevo mis alas surcaron el viento pero, eso sí, con calma y sosiego, esperanzado en mantener el rumbo escogido. No supe parar a tiempo y… de nuevo caí. Esta vez, creí adivinar, fue el color de mi sueño que, a pesar de que la distancia hasta él era corta, me equivoqué, saturado en exceso, y alteré la química de su composición. Creí que nunca me recuperaría.
Otra vez escondí mis vergüenzas ante aquellos que adivinaron mi fracaso, y anduve con la incertidumbre del desarraigo, escondido entre la maleza de mis desvaríos.
Pasaron los años y hoy, ahora, siempre, deseo soñar.
El viento es mi aliado y purifica mis alas cuando mi mente flaquea ante la adversidad. La lluvia, limpia mi cuerpo cuando la maldad hace mella en él y el rayo, cauteriza mis heridas.
Día a día, mi conciencia me dice que debo partir, nuevamente, al encuentro de uno más de mis sueños, romper la monotonía de un instante y convertir en eterno aquello que otros, consideran efímero.
M gustó.. No hay q dejar d soñar.. Si fallan los sueños la vida carece d sentído.. 🙂 Abrazos d luz
Así es Mamen. Aunque sin olvidar que, los sueños sueños son. Abrazos de luz.